30 noviembre 2007

NOSTALGIA

Hoy amanecí nostálgica, extrañándote.
Extrañando esas horas que pasaba escuchando lo que decías,
tu sonrisa y esos ojos que nunca supe si eran verdes o grises.
Sentí nostalgia de la música que ponías para mí, de nuestras lecturas,
de esos besos que ya no te di, de los abrazos que no acabaron
con el frío de tu alma ni de la mía.

27 noviembre 2007

A CADA LATIDO

No quiero que mi corazón siga latiendo porque irremediablemente con cada latido estaré más cerca de la muerte, sin embargo tampoco puedo querer detener el tiempo porque con él se detendría mi corazón. La muerte que está en la inmovilidad del tiempo es la misma a la que se llega con cada latido, aquella que se encuentra entre el siempre y el jamás.

18 noviembre 2007

Y QUISE SER INSTRUMENTO DE CUERDAS...

Ayer, llegué por casualidad a esa explanada, hacía calor y había mucha gente. Ahí estaba el escenario, caminé y sin darme cuenta me encontré entre la multitud. Inesperadamente, te vi; tenías un rígido gesto y un gran tamaño que por momentos te hacía parecer torpe. Mi sorpresa fue enorme al darme cuenta que a pesar de ello tocabas con una angelical delicadeza el contrabajo, tanto que quise, por un instante o por toda la eternidad, ser ese instrumento de cuerdas.

14 noviembre 2007

LA SERENATA DE NOSFERATU

Yo soy la imagen que tu espejo oscurece,
la sombra que cae dondequiera que pasas.
Yo soy el sueño que olvidar no podrás,
la cara que recuerdas y no viste jamás.

Yo soy la verdad que no debe ser dicha,
el voto a medianoche que no puede romperse.
Yo soy la campana que descuenta la hora,
el fuego que alumbra, calienta y devora.

Yo soy el hambre que tú has negado,
el deseo punzante que hiende tu costado.
Yo soy el pecado que nunca confesaste,
la mano prohibida que a tu pecho acercaste.

Tú me has oído dentro, hablando en tus sueños,
suspirando en el mar, murmurar en el río.
Yo soy el futuro que tú anhelas y temes.
Tú sabes lo que traigo. Y aquí hoy me tienes.


Dana Gioia

06 noviembre 2007

INMOVILIDAD

Esta soleada tarde, mientras estaba sentada en la banca de un parque, se detuvo una vez más el tiempo. Me gusta esa inmovilidad porque todo aquello que no sea la naturaleza y yo se congela, porque vuelvo a ser niña y puedo sentir la magia de la naturaleza; la delicada luz del sol, el viento que hace bailar rítmicamente a los árboles mientras sus hojas caen sobre mí como suave lluvia.