16 noviembre 2008

OTRA PERSPECTIVA SOBRE LA EQUIDAD DE GÉNERO

La equidad de género implica tener los mismos derechos y obligaciones; recibir el mismo salario por un trabajo similar al que realiza un varón, derecho a la salud, a la participación política, entre muchos otros. Siempre he creído que la exigencia de las mujeres para tener estos derechos era algo "obvio" y "lógico".

Por otro lado, durante mucho tiempo también creí que si las mujeres -y sin afán de sostener que somos las salvadoras y las que podríamos resolver los problemas que han aquejado a la humanidad en los últimos siglos- participaran más en la política, en las decisiones de Estado, se convirtieran en líderes -no porque no las haya, sino porque tomáramos un papel todavía más relevante del que ya tenemos- este mundo tomaría otro rumbo; nada más lejos de ello.

Y no porque las mujeres no seamos capaces de convertirnos en líderes y resolver todo aquello que consideremos que no está bien. Pero todo es cuestión de perspectivas, de puntos de vista, de cómo hemos sido educadas, de lo que creemos y queremos.

¿Son factores biológicos los que limitan la participación de la mujer? No lo creo, pues los factores socioculturales son los que determinan no sólo la participación sino las formas de la misma.

Hace algunos días leí un artículo sobre mujeres terroristas que me dejó impactada. El texto hacía referencia a las mujeres que se indignaron y ofendieron cuando Ayman Al Zawahiri, mano derecha de Osama Bin Laden, declaró que el papel de las mujeres se limitaba única y exclusivamente al cuidado de los hijos -con todo lo que ello implica. Ante estas declaraciones, la respuesta de las mujeres fue exigir equidad de género. ¿Equidad de género en Medio Oriente? Sí, pero no como la conocemos las mexicanas. La exigencia de esas mujeres, a las que nos une única y precisamente nuestra condición de féminas, era ser tomadas en cuenta para participar como guerreras que actúan obedeciendo tanto a sus convicciones políticas como religiosas; aunque en el fondo los motivos y recompensas fueran distintas a las de los varones.

Más allá de los motivos y consecuencias, lo que me sorprende es que en un contexto como el de Medio Oriente: hostil, sectario, sin libertades y un largo etcétera para las mujeres, más allá de exigir la equidad de género para conseguir, desde mi punto de vista, una mejor vida, se exija para ser consideradas kamikazes y lograr con ello una libertad que ni en sueños alcanzarían.

No las justifico y tampoco estoy de acuerdo; como anoté antes, los factores socioculturales determinan en gran medida nuestra conducta y nuestras demandas. Así, dentro del fundamentalismo islámico, seguramente la equidad de género en ese sentido, es una de las pocas exigencias que pueden hacerse. Han levantado la voz; a su manera, pero lo han hecho. Como sea, creo, es un paso adelante.