Y en ese viaje la gratitud nos hace crecer a todos.
Alex Rovira
EPS
He abandonado a varias personas que empezaron acompañándome en este viaje llamado vida, de la misma forma en que otras me han dejado a mí. ¿Razones? hay muchas, la principal es que no puedo cargar con el equipaje de otros quienes a su vez también se vuelven un equipaje, y a veces me confundo y no sé si cargar su equipaje, el mío o a ellos.
Acompañantes que se estancaron de una u otra manera, por más que intenté no pude ayudar a que avanzaran, a que encontraran su camino o su ruta, a que estuvieran en movimiento, no es que sea obligatorio el avance; pero yo tampoco quería detenerme. La táctica ahí fue seguir avanzando aunque eso implicara dejarlos, aunque eso significara ser llamada traidora, injusta o mala amiga. Lo he sido, claro, pero nunca sin una buena razón; nunca sin antes haber intentado hasta lo imposible por hacer avanzar al otro, por hacerlo tomar su propio camino, nunca sin haber dado todo lo que tengo que es poco y mucho a la vez, nunca sin haber dado por completo todo lo que soy: yo.
Viaje que en ocasiones parece que subo una cuesta, y otras pareciera que voy en una nube; viaje contradictorio, lleno de complicaciones, de emociones encontradas, de dolor y de alegrías; pero en el que cada vez descubro que voy en el camino correcto que me ha brindado múltiples satisfacciones, ¿cuándo terminará? no lo sé, ¿con quién lo terminaré? tampoco lo sé; lo que sí sé es que la gente que ha avanzado hasta este punto conmigo, aunque sea por caminos y rutas diferentes, es la que siempre estará junto a mí, en este viaje llamado vida.
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He abandonado a varias personas que empezaron acompañándome en este viaje llamado vida, de la misma forma en que otras me han dejado a mí. ¿Razones? hay muchas, la principal es que no puedo cargar con el equipaje de otros quienes a su vez también se vuelven un equipaje, y a veces me confundo y no sé si cargar su equipaje, el mío o a ellos.
Acompañantes que se estancaron de una u otra manera, por más que intenté no pude ayudar a que avanzaran, a que encontraran su camino o su ruta, a que estuvieran en movimiento, no es que sea obligatorio el avance; pero yo tampoco quería detenerme. La táctica ahí fue seguir avanzando aunque eso implicara dejarlos, aunque eso significara ser llamada traidora, injusta o mala amiga. Lo he sido, claro, pero nunca sin una buena razón; nunca sin antes haber intentado hasta lo imposible por hacer avanzar al otro, por hacerlo tomar su propio camino, nunca sin haber dado todo lo que tengo que es poco y mucho a la vez, nunca sin haber dado por completo todo lo que soy: yo.
Viaje que en ocasiones parece que subo una cuesta, y otras pareciera que voy en una nube; viaje contradictorio, lleno de complicaciones, de emociones encontradas, de dolor y de alegrías; pero en el que cada vez descubro que voy en el camino correcto que me ha brindado múltiples satisfacciones, ¿cuándo terminará? no lo sé, ¿con quién lo terminaré? tampoco lo sé; lo que sí sé es que la gente que ha avanzado hasta este punto conmigo, aunque sea por caminos y rutas diferentes, es la que siempre estará junto a mí, en este viaje llamado vida.
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